Por: Equipo Smart Learnig Hub
Desde hace mucho, definir paradigma es un conflicto epistemológico que ha mantenido en desacuerdo a las disciplinas. En el campo de la educación específicamente, las edades del conocimiento han superpuesto un peso significativo que no ha colaborado con la dialógica conceptual uniforme, sino que por el contrario, ha incrementado la brecha que hoy más que nunca, alejan al sujeto del supuesto de la verdad absoluta. Así por ejemplo, la transición del mito al logos permite adjetivar paradigma con una visión mitológica que identificaba en ese entonces los modos de vida y participación a través de la explicación politeísta en que diversos seres divinos dictaminaban las reglas de la creación y co-existencia, haciéndose llamar así mismos filósofos. Más tarde en la edad antigua, se supera el concepto mitológico de paradigma y se transita a otro inscrito en lo divino, es decir, en la edad medieval, donde la forma de concebir el mundo y la existencia estaba fundamentada en un poder único en el que recaía el poder de la creación, monopolizado ya no en filósofos sino en santos. En ambas edades, solo hombres poderosos podrían acceder a la educación y al conocimiento, mientas que la mujer se reservaba para quehaceres, cuidados y servicios doméstico. Ello ocurre hasta la llegada de la concepción biológica del término existencia y en consecuencia, paradigma científico (edad moderna), donde la explicación natural de objetos y fenómenos son el producto de la experimentación, observación y determinismo.
Ahora bien, en plena era digital o era de la postmodernidad, hablar de paradigma no está imbricado a reglas fragmentadoras que orienta el saber, pues, el transitar hacia la ecología metódica, científica, filosófica, epistemológica y teórica pone en evidencia que el ser humano tiene la capacidad de construir, co-construir e interpretar estructuras de convivencia social sin ceñirse a presupuestos específicos de sistematización, sino por el contrario, a emplear, integrar y complejizar todo cuanto le sirva para responder con pragmatismos a la solución de problemas, pensando no el proceso metodológico implicado, sino en la riqueza utilizaría que como solución aporta a la felicidad de las personas.