Por: Pedro F. Arcia H.
Universalmente la concepción tradicional de la alfabetización refiere al acto que se relaciona con las habilidades básicas para escribir y comprender de forma eficiente un texto escrito. Ello coloca a la comprensión lectora en la cúspide de las competencias transversales para la vida. Sin embargo, “el advenimiento de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en prácticamente todos los escenarios sociales nos invita a comprender la génesis de la importancia de la alfabetización y la alfabetización digital como un medio para reducir las brechas que impiden que los ciudadanos se incorporen a la sociedad de la información y a la sociedad red” (Castells, 2006). Es prudente entonces preguntarnos ¿la comodidad de leer textos o resúmenes de éstos realmente contribuye al desarrollo de la escritura académica en nativos digitales cuándo “copiar y pegar” para hacer trabajos de investigación, se ha convertido en una aberración intelectual?
Para responder esta pregunta, es preciso denotar la retórica experiencial de docentes que comúnmente expresan “el estudiante de hoy no redacta”, “ahora todo es copiar y pegar”, “internet no deja pensar”, “los jóvenes ya no saben lo que es un libro”, entre otros, cuando al revisar ensayos deducen y evidencian que la técnica de copiar y pegar consiste en tomar ideas de otros sin llegar a pensar y menos a producir. Desde este cuestionamiento inscribimos nuestra reflexión como referente directo para hablar de la habilidad de escritura académica en nativos digitales.
En la actualidad, la literatura de oportunidad concibe que un sujeto alfabetizado digitalmente es aquel que cuenta con una formación basada en las habilidades de interactuar con dispositivos digitales desde el enfoque del uso eficiente del hardware y del software que los lleve a realizar procesos de lectura y escritura eficientes en formatos digitales, así como interactuar en escenarios virtuales de manera crítica, reflexiva y ordenada. Sin embargo, nuestro quehacer docente nos muestra otra realidad más discriminatoria que dialógica con este argumento.
El estudiante de hoy (nativo digital) que se describe como atraído por las nuevas tecnologías, versátil, emprendedor, innovador, colaborador natural, comunicador social en redes, impaciente por lo desconocido y aprehensivo inmediato de información multi-medial con mayor rapidez de la que ofrece un texto, es efectivamente el que se incorpora a nuestras salas de clases, pero a pesar de tener mayor acceso a las tecnologías digitales, la evidencia señala que la idea de que aprenden más y mejor solo por implementar dispositivos de aprendizaje con la última tecnología disponible es simplista y no se correspondería con la realidad. De allí que, comentaremos solo algunas de las situaciones que pone en tela de juicio que los nativos digitales desarrollan con mayor rapidez la habilidad de escritura académica.
- En primer término, es poco atractivo estar encerrados en salas de clases escuchando contenidos disciplinares, cuando de acuerdo a su dinámica de aprendizaje, pueden localizarlos en internet en cualquier momento. Ello pone de manifiesto la debilitación de la figura docente como multiplicador de saberes.
- En segundo lugar, las asignaciones, tareas, ensayos y obligaciones escolares y/o académicas que como regla formal, dialogan con objetivos y resultados de aprendizajes e indicadores dispuestos en un plan o estructura curricular, pasan a un segundo plano debido a que extraer información de internet supera en tiempo y confort a tener que leer textos o libros.
- La escritura como ejercicio propio de un ensayo o trabajo de investigación también se incorpora, desde la dinámica de “cortar y pegar”, como una acción poco relevante que hace del tiempo invertido una pérdida inerte.
- Por su parte la lectura a través de dispositivos electrónicos se limita a la búsqueda de conceptos fundamentales, síntesis de ideas principales o resúmenes de textos sin mayor profundidad del objeto de aprendizaje.
Los argumentos anteriores corrobora la identidad digital de la nueva generación para convivir y generar mayores redes comunicacionales, pero también pone de manifiesto que la vertiginosidad y velocidad con que un nueva avance tecnológico sustituye al anterior, sin que los usuarios lo hayan siquiera asimilado en su nivel más básico, requiere un emergente plan de educación basado en ética y uso eficiente de la información que estén al servicio de la escritura y la lectura de todos y todas con miras al desarrollo del pensamiento crítico, a la producción de ideas originales, al realce de futuros investigadores, al respecto de la propiedad intelectual y a la productividad de saberes en que el ser humano es el protagonista del proceso y no el pensamiento ajeno. Más, mientras que como sociedad global sigamos permitiendo el incremento del nivel de dependencia de los estudiantes respecto a la tecnología, entonces, los estamos alejando de: (a) su capacidad para ignorar el contexto de producción y la articulación de las fuentes con su propia voz; (b) proliferación del plagio como estrategia de aprendizaje; (c) poca adecuación del tema, no solo al propósito de su escrito, sino también a su potencial lector; (d) escasa profundidad en la revisión de sus propios escritos y centrada en aspectos de forma, pero no de contenido y (e) poca planeación de la escritura y de la manera en la que el estudiantado se acerca al proceso mismo.
REFERENCIA CONSULTADA
Castells, M. (2006). La sociedad red: una visión global. Madrid: Alianza Editorial.