Por: Pedro F. Arcia H.
Titánica e interminable sería la tarea de indagar la literatura especializada sobre las habilidades cognitivas, si consideramos que pensar e interactuar con intelecto, son funciones mentales que han sido tratadas desde tiempos de la antigüedad. Así pues, desde sus magnánimas obras: Sócrates reflexionó acerca del conocimiento desde la Ética, mientras que Platón y Aristóteles abordaron el conocimiento como problema filosófico; definiendo la Episteme como conocimiento lógico y racional que derivó en lo que más tarde se conoció como conocimiento común y vulgar en torno a la cognición. No obstante, esta reflexión se inscribe en la narrativa de representantes modernos y contemporáneos, específicamente a mediados del siglo XIX.
Al respecto, fue en los años 50 del siglo pasado cuando el psicólogo estadounidense Benjamín Bloom colocó en la mesa una de las soluciones más emblemáticas y prácticas para él y la docente en su quehacer, pues, dio a conocer la clasificación jerárquica de objetivos educativos basado en la complejidad del proceso cognitivo que requieren y que en la actualidad sigue siendo una de las principales herramientas con las que cuentan las y los profesores para establecer en las distintas asignaturas los objetivos de aprendizaje que deben alcanzar los estudiantes basados en el currículum nacional vigente, superando los esquemas tradicionales anteriores que se asentaban en escuchar, memorizar y comprender el saber, tal cual, un sujeto pasivo.
Interpretando la literatura de citados por Tacca (2011), los investigadores coinciden en que a pesar de que esta taxonomía ha sido revisada y/o actualizada varias veces: (Anderson y Krathwohl 2001, plantearon modificaciones principales como el cambio de los sustantivos de la propuesta original a verbos o acciones y la consideración de la habilidad de sintetizar como el máximo nivel de creación), mientras que Churches 2008) basó su actualización en poner a tono la taxonomía de las habilidades con la era digital, no se puede ocultar que su base sigue siento el trabajo original de Bloom y que más allá de sus actualizaciones, lo que convoca en esta colaboración reflexiva es cómo comprender el concepto de habilidades cognitivas, considerando el paso del tiempo, las superaciones en las formas de enseñar y aprender y la condición epistémica adoptada por la currícula según los diversos modelos educativos (tradicionales y emergentes) que han empoderado el hecho formativo en los últimos 70 años.
Ahora bien, la reflexión tiene como propósito interpretar el concepto de habilidades cognitivas en tres momentos importantes. El primero se refiere a la propuesta original elaborada por Bloom el siglo pasado que fundamentalmente está centrada en la formación por objetivos. El segundo momento, propio de inicio del siglo XXI, plantea una de las primeras intenciones de aproximar el aprendizaje intelectual con un foco mayor llamado competencia que considera la dimensión temporal. Finalmente el tercer momento, también coincidente con finales de la primera década de este siglo, igual dialoga con la formación competencial en función del tiempo, pero incorpora la dimensión espacio mediada por las tecnologías.
De allí que, los matices diferenciales que describen la visión conceptual de las habilidades cognitivas desde la impronta de los autores son como siguen:
- Benjamin Bloom (1956) define las habilidades cognitivas como una taxonomía de objetivos educativos, con una función estrictamente instrumental consistente en ayudar a los educadores a definir y clasificar los objetivos de aprendizaje en términos de habilidades cognitivas. Su propósito es final, es decir, la instrucción planteó lo que la o el estudiante era capaz de aprender o asimilar al final de un contenido o actividad.
- Anderson y Krathwohl (2001) como responsables de una de las primeras revisiones de la taxonomía de Bloom plantearon un criterio más amplio para significar el fin último de la cognición, introduciendo el concepto de competencia y declarando el aspecto temporal como medio para explicar que todo aprendizaje no se obtiene al finalizar un contenido o tarea, sino que este se va desarrollando durante todo el proceso, fenómeno que justificaron con la modificación del tiempo verbal de futuro a presente (ejemplo: De conocimiento a conocer; de comprensión a comprender, otros).
- Churches (2008) actualiza una vez más la taxonomía de Bloom, coincidiendo con Anderson y Krathwohl en que el aprendizaje ocurre durante todo el proceso y no al final, pero agregando la dimensión espacial como aspecto explicativo de que el proceso de enseñanza-aprendizaje no se limita a lugares y momentos específicos, gracias a la revolucionaria transformación producida por la tecnología. Es con esta actualización que internet, la interacción en línea, la comunicación remota, la asistencia de estrategias y dispositivos que apalancan al sujeto de aprendizaje en su recorrido cognitivo que se describe la taxonomía de las habilidades cognitivas para la era digital.
REFERENCIA CONSULTADA
Tacca, D. (2011). La enseñanza de las Ciencias Naturales en la Educación Básica. Revista Investigación Educativa Vol. 14 N.º 26, 139-152 Julio-Diciembre 2010, ISSN 1728-5852.